La isla del Tesoro
Los Inrockuptibles Argentina, April 2010
Rodeado de un grupo de invitados de lujo, Damon Albarn firma Plastic Beach, el tercer -¿y último?- disco de su creación cartoon pop Gorillaz, un trabajo audaz, sombrío, inspirado por la influencia del hip hop y la electrónica. Entrevista con Murdoc, su alter ego, único sobreviviente de la banda, solitario y gruñón desde su isla imaginaria.
A comienzos del milenio, Damon Albarn, cansado de haber pasado los noventa ocupando la portada de los semanarios musicales ingleses con Blur, decide concebir, con la ayuda de su compañero dibujante Jamie Hewlett (el de Tank Girl), el cartoon pop Gorillaz. Aquello era una pequeña banda de cuatro personajes virtuales, ideal para llevar a su lugar las composiciones del inglés y devolverle su anonimato perdido, un concepto increíble en una sociedad fundada, más que nunca, en la imagen y la encarnación. Pero también se trataba de su escondite: gracias a Gorillaz, Albarn pudo desarrollar sus fantasías musicales, multiplicar las colaboraciones y los viajes, sin jamás haber tenido que mostrar ni siquiera su nariz. Solamente hay que recordar las primeras actuaciones de Gorillaz, en las que la banda tocaba siempre escondida detrás de una cortina. Podemos preguntarnos además si Albarn no ha decidido también camuflar su riqueza: su nombre brilla por su ausencia en la muy oficial Rich List establecida cada año en el Reino Unido para censar las mayores fortunas de la monarquía. Ahí, entre los “jóvenes” músicos, aparecen Chris Martin de Coldplay y los hermanos Gallagher de Oasis. Pero ningún Albarn. Algo que podría sorprender cuando sabemos que aquello que inicialmente fue un proyecto paralelo y lúdico se transformó rápidamente en una verdadera gallina de los huevos de oro, incluso de platino: más de quince millones de ejemplares de los álbumes Gorillaz (01) y Demon Days (05) fueron vendidos en todo el mundo.
Plastic Beach, tercera parte de la saga Gorillaz, permite a Damon Albarn continuar tomándonos el pelo: anunciado por su autor como el álbum más pop hasta hoy, se revela como el disco menos accesible de la banda, con pocos hits y bajo una gran influencia de hip hop. Sombrío, sinuoso y torcido, Plastic Beach es sin embargo, a medida que se lo escucha, hip-nótico. Haciendo alarde de un casting prodisioso (Lou Reed. Snoop Doss. Mark E. Smith de The Fall, Mos Def, Bobby Womack, Mick Jones y Paul Simonon de The Clash respondieron especialmente al llamado), el disco está acompañado por una historia imaginaria bastante simpáti-ca: luego de la destrucción de los estudios Kong de la banda, el disco se grabó en una isla construida sobre basura y desechos,
situada en el Point Némo, el lugar del océano Pacífico más alejado de todas las costas. De los cuatro personajes originales (Murdoc, 2D, Russell y Nooddle), sólo queda el horrible Murdoc, contento de haberse librado finalmente de sus compañeros invasores. Es de hecho él quien, por e-mail, por supuesto, respondió a esta entrevista, con la gracia de un Capitán Haddock burlón y borracho. Compra de pirámides, tráfico de armas y burka: bienvenido al mundo de plástico de Gorillaz.
ENTREVISTA> ¿Qué sensaciones te provoca el lanzamiento de este tercer álbum?
Murdoc Nicalls: Me siento más o menos como todos los días: no tengo nada por qué preocuparme, las bebidas energizantes y el alcohol que encargué en Internet harán pronto su efecto... ¡Ya está! Organicen sus preguntas, ¿qué quieren saber sobre la banda de pop más grande de la historia? Por supuesto que estoy excitado con la idea de esta salida, pero nada angustiado: tengo un álbum de oro bajo el brazo, una autorización para salir de la cárcel, una idea simple para la inmortalidad.
¿Qué esperás de Plastic Beach?
Lo mismo de siempre: la dominación planetaria y una cobertura mediática total. Es el tercer acto de la epopeya en expansión que es Gorillaz. A partir de un simple concepto, florecimos y nos convertimos en una institución concreta. Hoy somos un nombre, una marca, que se puede sellar en un disco a modo de garantía. Si escuchás atentamente los tres discos, vas a ver una evolución, un crecimiento que no encontrarás jamás en otra banda. Así es como pensé las cosas. Plastic Beach es el tercer y más glorioso capítulo de mi magnífico tríptico.
¿Podés hablarnos de esta isla de plástico en la que grabaron el álbum y que dio nombre al disco?
Es un inmenso montón de plástico podrido en medio de la nada. Lo gracioso es que cuando lo vi por primera vez, de lejos, el lugar me pareció idílico. A través de los prismáticos, uno hubiera dicho... ¡un paraiso flotante! Pero al acercarme, me di cuen- ta de que no era más que un vertedero hecho de grasa, basura, viejos tubos oxidados, pedazos de plástico tirados por los hombres. No me molestó. Pinté todo de rosa vivo, y listo: ¡mi propia playa de plástico! Estaba de nuevo como en casa. Tenía ganas de estar en un lugar donde pudiera llevar a las chicas y dejar todo patas para arriba, reventar el estéreo. Lo primero que hice fue construir una casa Playboy tipo Playmobil. Ahí se encuentra absolutamente todo: habitaciones con un piso transparente que permite ver el mar, cuartos secretos, faros. Al lado de todo esto, Real World, el estudio de Peter Gabriel, ¡es una gran mierda!
¿Leíste La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq?
Nah... Pero aprendí que el álbum de mi tío abuelo, Iggy Pop, fue inspirado por la novela. Tuve ganas de aislarme en una isla porque no podía más estar todo el tiempo acosado, perseguido por ridículas historias de paternidad, o por criaturas del diablo que exigen su parte de la torta (según la leyenda, Murdoc sería el padre de los miembros de la banda inglesa The Horrors. Por haber abandonado a sus hijos, habría sido perseguido en 2009 por la DASS, que le habría reclamado 500 mil libras por cada chico como atraso de pensión alimenticia). Para ser totalmente honesto, me escapé porque me indigesté de las inmundicias que impone la vida moderna. Vas a un centro comercial hoy, y es como si el edificio entero te estuviera tirando productos encima: libros, DVDs, juegos, remeras, accesorios, Ipods, descargas, aplicaciones, herramientas, programas de tele, cable... La tierra está llena, va a desbordar. Todo va fue dicho. todo fue dado vuelta en todos los sentidos. Entonces tuve ganas de escaparme, de irme a un lugar donde pudiera simplemente mirar las estrellas, y analizar en total tranquilidad este mundo enfermo. La isla en cuestión está situada en Point Némo, el lugar más alejado de todas las costas del planeta. Nadie imaginaría encontrarme ahí, podría hacer tanto quilombo como quisiera.
Sos ahora el único representante de Gorillaz. ¿Se preocuparon por el ego en la banda?
Con treinta mil voltios en la nuca te aseguro que eliminás cualquier problema de ego. Lo que pasa es que mi ego siempre fue enorme, desde que salí del útero de mi mamá... También el éxito fue una confirmación de mi genio. Y todas las bandas son iguales: una luz y tres débiles que agitan sus cabezas. La primera vez que pensé en embarcarme de nuevo para una tercera maratón Gorillaz hice el esfuerzo -sin entusiasmo, lo admito- de encontrar a los otros. Creo incluso haber pegado un afiche en un farol en el barrio de Neasden, al norte de Londres: “Aviso de búsqueda: tres roqueros torpes, vistos por última vez en la banda itinerante Gorillaz. Recompensa: 70 euros”. No tuve ninguna respuesta... ¿Para qué los necesito? ¡Podría programar las baterías yo mismo! Y además, luego de su muerte, logré recuperar el ADN de Noodle y creé su cyborg, una guitarrista mejor. Ya no necesito aguantar la ciclotimia y las maldiciones de un adolescente.
¿Nunca tuviste ganas de dejar Gorillaz?
Sí, cada vez que termino un disco. A veces incluso antes de hacerlo. Pero creo cada vez que una nueva grabación me abrirá las puertas del reino privado de las elites inmortales y que no tendré que trabajar más con todos esos boludos. Y resulta que no, al final siempre tenés que volver a unirte. Aunque tu trabajo sea del temple de un genio divino. No se puede privar al mundo de una personalidad como la mía, sería cruel. Los lunes a la mañana son generalmente terribles para mí. En un momento pensé en unirme al girlsband inglés Girls Aloud. Tenía una terrible resaca, y empecé a leer el diario. Y encuentro una enésima foto de Sarah Harding que sale de un boliche, un poco desalineada... Me digo: “Eso parece cool”. Al menos más cool que quedarme sentado en mi estudio todo el día, maquinando módulos y efectos de sonido. Entonces pensé: antes que intentar redefinir el concepto mismo del álbum pop moderno, antes que fundir las diferentes culturas musicales del planeta en una nueva forma audaz que transgreda los tiempos, los lugares, los géneros, los tipos y la religión, lo que podría hacer es olvidar esta historia del tercer álbum de Gorillaz y callejear con Girls Aloud. Pero luego aclaré un poco las ideas y me di cuenta de que eso iría en contra de todo lo que había dicho antes. Así que tomé una taza de té y volví al estudio.
¿Estás de acuerdo en afirmar que este álbum simboliza el desorden, la destrucción?
Insisto en alejar todo malentendido. No es un álbum verde o ecologista, es la banda sonora de una playa de plástico. Es como una serie de fotografías tomadas en un montón de lugares diferentes del planeta y después reunidas en una cartelera para ver cómo pueden convivir. No es una manera de juzgar al mundo, es una fotografía.
Vendiste millones de discos y sin embargo te encontraste en la ruina. ¿Qué pasó?
Después de los recitales para Demon Days, me fui de fiesta por todas partes, descontrolé en los cuatro rincones del planeta. Y después, el dinero me empezó a faltar. También invertí en un montón de cosas, empresas de telefonía celular muy malas... Sin contar esas historias de sistemas piramidales: compré muchas pirámides en Gizeh en Egipto. Pero resulta que el tipo que me las vendió -Bernie Madoff- era un depravado. Al final, los contratos no valían ni siquiera los pergaminos sobre los que habían sido escritos. Estaba sin un peso, necesitaba nuevos financiamientos. Intenté otros negocios, particularmente el tráfico de armas amateur. ¡Mucha adrenalina! Compré un ejemplar de As Used On The Famous Nelson Mandela de Mark Thomas en un negocio de libros usados. Genial. Muestra lo fácil que es desarrollar las armas a través del mundo comprando viejos stocks a los países en vías de desarrollo, para repintarlas y revenderlas a otros grupos sacando beneficio. Desde el momento en que se terminó el papelerío, todo está encaminado, ¿no? Es lo que hacen los gobiernos, de hecho. En todo caso, seguro que la historia con Bernie Madoff era una tontería. Me decía que con esta crisis, y las fluctuaciones incesantes de la economía, mi dinero estaría seguro en una pirámide. Evidentemente no. Dicho esto, me gusta pensar que un pedazo de mi corazón está enterrado en alguna parte de una tumba egipcia. Al lado de Tutankamón.
Grabaste en Beirut con la National Orchestra of Arabic Music...
Fui de incógnito, me puse una burka negra. Tenía ganas de que esa parte del mundo figurara en el álbum, entonces hice que se rompiera el helicóptero, dejé Plastic Beach y me embarqué rumbo a Beirut y Siria. Es fundamental abrir las orejas de las personas hacia esa parte del mundo. Porque si uno se contenta con lo que lee en los diarios o ve en la televisión, se tiene una imagen falsa de esa región. ¡Gorillaz es un servicio público!
Los rumores dicen que robaste pistas inéditas de Blur...
No sé mentir: todo eso es verdad. “El talentoso pide prestado, el genio roba.” Es una de mis citas. Damon y su pequeña puta de Jamie Hewlett trabajan en ese proyecto de Carousel y algunos elementos tuvieron una resonancia muy particular en mi espíritu fangoso: la melancolía de los muelles sobre el mar, con las ferias en ruinas y las calesitas abandonadas... Entonces aproveché que Blur estaba muy ocupado con la gira para colarme, robar las pistas de su disco rígido, destruir su copia y correr al estudio. Tomé lo que necesitaba, tiré el resto a la basura e hice Plastic Beach. Lo que Damon había hecho era muy sugerente, muy conmovedor, pero sin embargo necesitaba huevos. No sé cómo reaccionaron los miembros de Blur. A decir verdad, no los frecuento mucho.
¿Plastic Beach será el último álbum de Gorillaz?
Digamos que sí. No lloren mi desaparición. Como las Destiny's Child, I'm a Survivor. No es el último capítulo de la historia de Murdoc Nicalls.
¿De qué estás más orgulloso con Gorillaz?
Logramos gobernar este imponente navío que es la industria del disco lejos de las rocas de la catástrofe. Quizás no cambiamos todo para todo el mundo sobre la tierra, pero seguro dibujamos una nueva imagen, un nuevo modelo a partir del cual se puede trabajar. Mostramos que es posible ser innovadores sin escrúpulos y siendo tramposos, haciendo colaborar a viejos músicos geniales con los más jóvenes. No todo tiene que girar siempre alrededor del shock de la novedad. Todos esos grandes músicos, animadores, actores, grafistas que trabajan juntos para crear algo que no es solamente un proyecto efímero y desechable, únicamente destinado a hacer dinero y controlado por un oscuro gurú vanidoso (que no es otro que yo mismo), es pese a todo algo de lo que se puede estar orgulloso.
¿Y cuál es la mayor decepción?
Probablemente el hecho de que después de tantos álbumes de platino, incontables colaboraciones, millones de innovaciones y de maneras de reinventar la música y el divertimento, se me pida todavía que justifique mi genio y mi autenticidad. Aparte de eso, todo va a pedir de boca, nada que lamentar. Bueno, ¿dónde está esa maldita botella de rhum que había empezado?
PLASTIC BEACH (EMI)
A comienzos del milenio, Damon Albarn, cansado de haber pasado los noventa ocupando la portada de los semanarios musicales ingleses con Blur, decide concebir, con la ayuda de su compañero dibujante Jamie Hewlett (el de Tank Girl), el cartoon pop Gorillaz. Aquello era una pequeña banda de cuatro personajes virtuales, ideal para llevar a su lugar las composiciones del inglés y devolverle su anonimato perdido, un concepto increíble en una sociedad fundada, más que nunca, en la imagen y la encarnación. Pero también se trataba de su escondite: gracias a Gorillaz, Albarn pudo desarrollar sus fantasías musicales, multiplicar las colaboraciones y los viajes, sin jamás haber tenido que mostrar ni siquiera su nariz. Solamente hay que recordar las primeras actuaciones de Gorillaz, en las que la banda tocaba siempre escondida detrás de una cortina. Podemos preguntarnos además si Albarn no ha decidido también camuflar su riqueza: su nombre brilla por su ausencia en la muy oficial Rich List establecida cada año en el Reino Unido para censar las mayores fortunas de la monarquía. Ahí, entre los “jóvenes” músicos, aparecen Chris Martin de Coldplay y los hermanos Gallagher de Oasis. Pero ningún Albarn. Algo que podría sorprender cuando sabemos que aquello que inicialmente fue un proyecto paralelo y lúdico se transformó rápidamente en una verdadera gallina de los huevos de oro, incluso de platino: más de quince millones de ejemplares de los álbumes Gorillaz (01) y Demon Days (05) fueron vendidos en todo el mundo.
Plastic Beach, tercera parte de la saga Gorillaz, permite a Damon Albarn continuar tomándonos el pelo: anunciado por su autor como el álbum más pop hasta hoy, se revela como el disco menos accesible de la banda, con pocos hits y bajo una gran influencia de hip hop. Sombrío, sinuoso y torcido, Plastic Beach es sin embargo, a medida que se lo escucha, hip-nótico. Haciendo alarde de un casting prodisioso (Lou Reed. Snoop Doss. Mark E. Smith de The Fall, Mos Def, Bobby Womack, Mick Jones y Paul Simonon de The Clash respondieron especialmente al llamado), el disco está acompañado por una historia imaginaria bastante simpáti-ca: luego de la destrucción de los estudios Kong de la banda, el disco se grabó en una isla construida sobre basura y desechos,
situada en el Point Némo, el lugar del océano Pacífico más alejado de todas las costas. De los cuatro personajes originales (Murdoc, 2D, Russell y Nooddle), sólo queda el horrible Murdoc, contento de haberse librado finalmente de sus compañeros invasores. Es de hecho él quien, por e-mail, por supuesto, respondió a esta entrevista, con la gracia de un Capitán Haddock burlón y borracho. Compra de pirámides, tráfico de armas y burka: bienvenido al mundo de plástico de Gorillaz.
ENTREVISTA> ¿Qué sensaciones te provoca el lanzamiento de este tercer álbum?
Murdoc Nicalls: Me siento más o menos como todos los días: no tengo nada por qué preocuparme, las bebidas energizantes y el alcohol que encargué en Internet harán pronto su efecto... ¡Ya está! Organicen sus preguntas, ¿qué quieren saber sobre la banda de pop más grande de la historia? Por supuesto que estoy excitado con la idea de esta salida, pero nada angustiado: tengo un álbum de oro bajo el brazo, una autorización para salir de la cárcel, una idea simple para la inmortalidad.
¿Qué esperás de Plastic Beach?
Lo mismo de siempre: la dominación planetaria y una cobertura mediática total. Es el tercer acto de la epopeya en expansión que es Gorillaz. A partir de un simple concepto, florecimos y nos convertimos en una institución concreta. Hoy somos un nombre, una marca, que se puede sellar en un disco a modo de garantía. Si escuchás atentamente los tres discos, vas a ver una evolución, un crecimiento que no encontrarás jamás en otra banda. Así es como pensé las cosas. Plastic Beach es el tercer y más glorioso capítulo de mi magnífico tríptico.
¿Podés hablarnos de esta isla de plástico en la que grabaron el álbum y que dio nombre al disco?
Es un inmenso montón de plástico podrido en medio de la nada. Lo gracioso es que cuando lo vi por primera vez, de lejos, el lugar me pareció idílico. A través de los prismáticos, uno hubiera dicho... ¡un paraiso flotante! Pero al acercarme, me di cuen- ta de que no era más que un vertedero hecho de grasa, basura, viejos tubos oxidados, pedazos de plástico tirados por los hombres. No me molestó. Pinté todo de rosa vivo, y listo: ¡mi propia playa de plástico! Estaba de nuevo como en casa. Tenía ganas de estar en un lugar donde pudiera llevar a las chicas y dejar todo patas para arriba, reventar el estéreo. Lo primero que hice fue construir una casa Playboy tipo Playmobil. Ahí se encuentra absolutamente todo: habitaciones con un piso transparente que permite ver el mar, cuartos secretos, faros. Al lado de todo esto, Real World, el estudio de Peter Gabriel, ¡es una gran mierda!
¿Leíste La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq?
Nah... Pero aprendí que el álbum de mi tío abuelo, Iggy Pop, fue inspirado por la novela. Tuve ganas de aislarme en una isla porque no podía más estar todo el tiempo acosado, perseguido por ridículas historias de paternidad, o por criaturas del diablo que exigen su parte de la torta (según la leyenda, Murdoc sería el padre de los miembros de la banda inglesa The Horrors. Por haber abandonado a sus hijos, habría sido perseguido en 2009 por la DASS, que le habría reclamado 500 mil libras por cada chico como atraso de pensión alimenticia). Para ser totalmente honesto, me escapé porque me indigesté de las inmundicias que impone la vida moderna. Vas a un centro comercial hoy, y es como si el edificio entero te estuviera tirando productos encima: libros, DVDs, juegos, remeras, accesorios, Ipods, descargas, aplicaciones, herramientas, programas de tele, cable... La tierra está llena, va a desbordar. Todo va fue dicho. todo fue dado vuelta en todos los sentidos. Entonces tuve ganas de escaparme, de irme a un lugar donde pudiera simplemente mirar las estrellas, y analizar en total tranquilidad este mundo enfermo. La isla en cuestión está situada en Point Némo, el lugar más alejado de todas las costas del planeta. Nadie imaginaría encontrarme ahí, podría hacer tanto quilombo como quisiera.
Sos ahora el único representante de Gorillaz. ¿Se preocuparon por el ego en la banda?
Con treinta mil voltios en la nuca te aseguro que eliminás cualquier problema de ego. Lo que pasa es que mi ego siempre fue enorme, desde que salí del útero de mi mamá... También el éxito fue una confirmación de mi genio. Y todas las bandas son iguales: una luz y tres débiles que agitan sus cabezas. La primera vez que pensé en embarcarme de nuevo para una tercera maratón Gorillaz hice el esfuerzo -sin entusiasmo, lo admito- de encontrar a los otros. Creo incluso haber pegado un afiche en un farol en el barrio de Neasden, al norte de Londres: “Aviso de búsqueda: tres roqueros torpes, vistos por última vez en la banda itinerante Gorillaz. Recompensa: 70 euros”. No tuve ninguna respuesta... ¿Para qué los necesito? ¡Podría programar las baterías yo mismo! Y además, luego de su muerte, logré recuperar el ADN de Noodle y creé su cyborg, una guitarrista mejor. Ya no necesito aguantar la ciclotimia y las maldiciones de un adolescente.
¿Nunca tuviste ganas de dejar Gorillaz?
Sí, cada vez que termino un disco. A veces incluso antes de hacerlo. Pero creo cada vez que una nueva grabación me abrirá las puertas del reino privado de las elites inmortales y que no tendré que trabajar más con todos esos boludos. Y resulta que no, al final siempre tenés que volver a unirte. Aunque tu trabajo sea del temple de un genio divino. No se puede privar al mundo de una personalidad como la mía, sería cruel. Los lunes a la mañana son generalmente terribles para mí. En un momento pensé en unirme al girlsband inglés Girls Aloud. Tenía una terrible resaca, y empecé a leer el diario. Y encuentro una enésima foto de Sarah Harding que sale de un boliche, un poco desalineada... Me digo: “Eso parece cool”. Al menos más cool que quedarme sentado en mi estudio todo el día, maquinando módulos y efectos de sonido. Entonces pensé: antes que intentar redefinir el concepto mismo del álbum pop moderno, antes que fundir las diferentes culturas musicales del planeta en una nueva forma audaz que transgreda los tiempos, los lugares, los géneros, los tipos y la religión, lo que podría hacer es olvidar esta historia del tercer álbum de Gorillaz y callejear con Girls Aloud. Pero luego aclaré un poco las ideas y me di cuenta de que eso iría en contra de todo lo que había dicho antes. Así que tomé una taza de té y volví al estudio.
¿Estás de acuerdo en afirmar que este álbum simboliza el desorden, la destrucción?
Insisto en alejar todo malentendido. No es un álbum verde o ecologista, es la banda sonora de una playa de plástico. Es como una serie de fotografías tomadas en un montón de lugares diferentes del planeta y después reunidas en una cartelera para ver cómo pueden convivir. No es una manera de juzgar al mundo, es una fotografía.
Vendiste millones de discos y sin embargo te encontraste en la ruina. ¿Qué pasó?
Después de los recitales para Demon Days, me fui de fiesta por todas partes, descontrolé en los cuatro rincones del planeta. Y después, el dinero me empezó a faltar. También invertí en un montón de cosas, empresas de telefonía celular muy malas... Sin contar esas historias de sistemas piramidales: compré muchas pirámides en Gizeh en Egipto. Pero resulta que el tipo que me las vendió -Bernie Madoff- era un depravado. Al final, los contratos no valían ni siquiera los pergaminos sobre los que habían sido escritos. Estaba sin un peso, necesitaba nuevos financiamientos. Intenté otros negocios, particularmente el tráfico de armas amateur. ¡Mucha adrenalina! Compré un ejemplar de As Used On The Famous Nelson Mandela de Mark Thomas en un negocio de libros usados. Genial. Muestra lo fácil que es desarrollar las armas a través del mundo comprando viejos stocks a los países en vías de desarrollo, para repintarlas y revenderlas a otros grupos sacando beneficio. Desde el momento en que se terminó el papelerío, todo está encaminado, ¿no? Es lo que hacen los gobiernos, de hecho. En todo caso, seguro que la historia con Bernie Madoff era una tontería. Me decía que con esta crisis, y las fluctuaciones incesantes de la economía, mi dinero estaría seguro en una pirámide. Evidentemente no. Dicho esto, me gusta pensar que un pedazo de mi corazón está enterrado en alguna parte de una tumba egipcia. Al lado de Tutankamón.
Grabaste en Beirut con la National Orchestra of Arabic Music...
Fui de incógnito, me puse una burka negra. Tenía ganas de que esa parte del mundo figurara en el álbum, entonces hice que se rompiera el helicóptero, dejé Plastic Beach y me embarqué rumbo a Beirut y Siria. Es fundamental abrir las orejas de las personas hacia esa parte del mundo. Porque si uno se contenta con lo que lee en los diarios o ve en la televisión, se tiene una imagen falsa de esa región. ¡Gorillaz es un servicio público!
Los rumores dicen que robaste pistas inéditas de Blur...
No sé mentir: todo eso es verdad. “El talentoso pide prestado, el genio roba.” Es una de mis citas. Damon y su pequeña puta de Jamie Hewlett trabajan en ese proyecto de Carousel y algunos elementos tuvieron una resonancia muy particular en mi espíritu fangoso: la melancolía de los muelles sobre el mar, con las ferias en ruinas y las calesitas abandonadas... Entonces aproveché que Blur estaba muy ocupado con la gira para colarme, robar las pistas de su disco rígido, destruir su copia y correr al estudio. Tomé lo que necesitaba, tiré el resto a la basura e hice Plastic Beach. Lo que Damon había hecho era muy sugerente, muy conmovedor, pero sin embargo necesitaba huevos. No sé cómo reaccionaron los miembros de Blur. A decir verdad, no los frecuento mucho.
¿Plastic Beach será el último álbum de Gorillaz?
Digamos que sí. No lloren mi desaparición. Como las Destiny's Child, I'm a Survivor. No es el último capítulo de la historia de Murdoc Nicalls.
¿De qué estás más orgulloso con Gorillaz?
Logramos gobernar este imponente navío que es la industria del disco lejos de las rocas de la catástrofe. Quizás no cambiamos todo para todo el mundo sobre la tierra, pero seguro dibujamos una nueva imagen, un nuevo modelo a partir del cual se puede trabajar. Mostramos que es posible ser innovadores sin escrúpulos y siendo tramposos, haciendo colaborar a viejos músicos geniales con los más jóvenes. No todo tiene que girar siempre alrededor del shock de la novedad. Todos esos grandes músicos, animadores, actores, grafistas que trabajan juntos para crear algo que no es solamente un proyecto efímero y desechable, únicamente destinado a hacer dinero y controlado por un oscuro gurú vanidoso (que no es otro que yo mismo), es pese a todo algo de lo que se puede estar orgulloso.
¿Y cuál es la mayor decepción?
Probablemente el hecho de que después de tantos álbumes de platino, incontables colaboraciones, millones de innovaciones y de maneras de reinventar la música y el divertimento, se me pida todavía que justifique mi genio y mi autenticidad. Aparte de eso, todo va a pedir de boca, nada que lamentar. Bueno, ¿dónde está esa maldita botella de rhum que había empezado?
PLASTIC BEACH (EMI)